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Acaba de amanecer, el sol se eleva en el horizonte, mi corazón va desahogado, lento y tranquilo. El tintineo de los arneses de la mochila se acompasan con mis pasos. El cielo se va despertando igual que yo, la humedad es grande y hace que todo huela más. Me introduzco en una habitación de mi mente en la que me siento a gusto...me doy cuenta de uno de los grandes problemas de muchas personas: nadan contra corriente, el río en el que nadan tiene fuertes turbulencias, fuertes corrientes y, afanosas, nadan en contra de corriente. Hacen un esfuerzo muy grande, desarrollan grandes cantidades de energía para remontar el río, van tan extenuadas que no son capaces de ver, sentir, vivir el río de una manera dichosa. Huyen de la muerte que supondría llegar al mar, intentan escapar a la idea de pasear por el estuario antes de convertirse en océano.